10 octubre 2010

Coracora, allá voy


Mateo me había enviado una tarjeta de invitación para el quince-años de su nieta. ¡Oh, Dios mío, Mateo, abuelo!? Si todavía persiste en mi memoria la figura de aquel muchacho delgaducho y de mirada inquisidora que un día mi padre había llevado de Coracora a la grande e ilusoria urbe llamada Lima. Mi casa, es decir, la casa de mi padre, siempre era acogedora para los coterráneos. En ese entonces yo tendría quince años y Mateo, algunos añitos más que yo. En vista de que la casa quedó estrecha improvisamos más camas en un pequeño cuarto que antes había sido jardín. Y allí dormíamos con mis hermanos y con el muchacho delgaducho que pronto se integró a la familia. Mi hermana Juana tenía su negocio de Abarrotería en donde ayudaban mis otros hermanos Alejandro e Irene; y, Mateo se reveló allí como un excelente ayudante en la compra de mercancías del mercado mayorista llamado La Parada. Luego…

Bueno, no voy a salirme del tema. Mateo me había cursado la invitación hace unos días, pero no pude asistir. Poco después me llega otra tarjeta, esta vez, para las fiestas patronales de Coracora en donde él ostentaría el cargo de nada menos que de Capitán de Plaza en las corridas que tradicionalmente empiezan el 6 de Agosto.

Ocultamente yo abrigaba el deseo de estar en mi tierra aunque no tenía un plan concreto. Por otro lado, Mi hermana Sofía ya había deslizado en los otros hermanos la insinuación de vacacionar todos juntos “aunque sea por última vez”. De manera que la tarjeta de invitación fue un buen detonante para tomar la decisión de viajar a Coracora. Empecé a imaginarme con Coracora, y por asociación de ideas, aparecía en mi pensamiento la casita rural donde vivieron papá y mamá al que se llega por los caminitos bordeados de magueyes; me acuerdo del pequeño puente sobre el rio “Juan-de-la-Wayjo”. Y, obviamente, en mi pensamiento aparece el ícono de la Virgen de las Nieves, las tardes taurinas, y ¡Oh, maravilla, Mateo nos había separado palco para nosotros! Así que empieza la aventura…

15 julio 2010

5 de Agosto 2010


Está por empezar la fiesta patronal en Coracora. Las agencias de viajes ya están copadas. Algunas familias ya emprendieron el peregrinaje anual. Seguramente, en el pueblo se están dando los últimos ensayos de los "Negritos" "Huamanguinos" y "Salljachas". Hay novena en la Iglesia Matriz. Los comerciantes empiezan a llegar de todos lados. Así es Coracora. Este año Don Mateo Rojas será el Capitán de Plaza de la gran corrida que empieza el 6 de Agosto donde una embajada artística de Mexico rendirá homenaje a la Exelentícima Patrona de Coracora Virgen de las Nieves.

Bueno, gracias a Dios, estaré presente en todos los acontecimientos.

16 febrero 2010

Tiempo de lluvia


"¡Diosllay
parachí
parachí
chill, chill!"
dijo el pájaro
y llovió.
La gente del campo suele interpretar de este modo el lenguaje de su entorno.
Esto lo escuché en Coracora.

11 febrero 2010

Callecita de antaño


Cincuenta años, diez lustros, medio siglo es el tiempo que ha pasado desde el tiempo en que mis ojos de niño vieron esta casa en buen estad y habitable. Creo que vivía doña Primitiva, señora muy amiga de mis padres. La callecita terrosa es la misma por donde en estos días todavía (no hace mucho que tomé la foto) hacen su ingreso al pueblo la gente que trae piaras y algún tipo de carga desde las chacras o desde las alturas. Igual que hace cincuenta años. Esta callecita es la misma por donde los tradicionales "Negritos de la Virgen de las Nieves hacen su entrada en la víspera del 5 de Agosto procedentes de la lomada que llamamos "Cruzpata". Como hace cincuenta años...
Aquel tango de Gardel donde dice veinte años no es nada se ha verificado en la vida de mi pueblo y es más lo ha superado terriblemente. Tanto que me bloquea los pensamientos. Sin embargo debo destacar la modernidad que se impone: vemos que las casas aledañas tienen mejor arquitectura y el tendido del alumbrado público se extiende por todos lados.